Para Meliso, lo divino no se puede conocer, y fue lo divino el principio único, inmóvil e infinito de todos los entes
Los filósofos presocráticos II, Meliso de Samos, N.L. Cordero, F.J. Olivieri, E. La Croce, C. Eggers Lan, Editorial Gredos, 1994, páginas 120 y 121