El problema medioambiental en Marx y Engels

Mucho se le ha criticado al marxismo por no tocar la cuestión medioambiental, sin embargo, esta crítica no se ajusta a lo que nos muestra la realidad. F. Engels en su Dialéctica de la Naturaleza (libro que no alcanzó a terminar de escribir y que fue publicado como estaba), por poner un ejemplo, respecto a tal cuestión dice: «Cuando en Cuba los plantadores españoles quemaban los bosques de las laderas de las montañas para obtener con la ceniza un abono que sólo les alcanzaba para fertilizar una generación de cafetos de alto rendimiento, ¡poco les importaba que, privada de la protección de los árboles, las lluvias torrenciales del trópico barriesen la capa vegetal del suelo y dejasen la roca al desnudo! En el actual modo de producción, y tanto en lo que respecta a las consecuencias naturales como a las consecuencias sociales de los actos humanos, lo que interesa preferentemente son sólo los primeros resultados, los más palpables» (Introducción a «dialéctica de la naturaleza» y otros escritos sobre dialéctica, F. Engels, Fundación Federico Engels, 2006, página 43). En tal libro F. Engels presenta otra serie de escritos que muestran y analizan la destrucción que está sufriendo la naturaleza, por parte de la forma de producción del hombre: «La concepción naturalista de la historia, sostenida, por ejemplo, en mayor o menor medida, por Draper y otros naturalistas, y según la cual es la naturaleza la que influye exclusivamente sobre el hombre, son las condiciones naturales las que condicionan siempre y en todas partes el desarrollo histórico de éste, es, por consiguiente, una concepción unilateral, en la que se olvida que el hombre actúa también, a su vez, de rechazo, sobre la naturaleza, la transforma y se crea nuevas condiciones de existencia. Muy poco, poquísimo, es lo que hoy queda en pie de la “naturaleza” de Alemania en los tiempos de la inmigración de los germanos. Todo en ella ha cambiado hasta lo indecible, la superficie del suelo, el clima, la vegetación, la fauna y los hombres mismos, y todos estos cambios se han producido por obra de la actividad humana, siendo, en cambio, incalculablemente pequeños, insignificantes, los que durante estos siglos se han manifestado en la naturaleza de Alemania sin la intervención del hombre» (DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, página 195 y 196.).

Basta una lectura a dicho libro para percatarse de que el marxismo sí se ocupa de la cuestión, que ahora conocemos como, medioambiental. Lo que sucede es que si bien es cierto fue un tema para Marx y Engels, este no tuvo la relevancia que ahora, en nuestros tiempos, deseamos que hubiera tenido en tales pensadores. Esta falta de trascendencia se debió a dos factores fundamentales: por una parte, en los tiempos de Marx y Engels, el modo de producción capitalista no estaba tan desarrollado, en comparación a lo que vemos actualmente, y esto conducía a que la destrucción de la naturaleza no fuera a escala gigantesca, dadas las nuevas tecnologías: un ejemplo es lo que ocurre en la actualidad en Chile con las compañías extractivistas de cobre y litio, las cuales destruyen cerros enteros, y quizá cordilleras, con el afán de obtener dichos minerales (el desarrollo de la economía acarrea el desarrollo de la tecnología, y viceversa, pero el primer factor es preponderante sobre el segundo); por otra parte, el tamaño de la población, en la época de Marx y Engels,era de, aproximadamente, 1.000 millones de habitantes, frente a los más de 7.000 millones en el año 2018 (fuente: U.S. and World Population Clock). Esto, de manera evidente, dada la mucho menor cantidad de población (7 veces menor), en tiempo de dichos pensadores, provocaba que los problemas medioambientales fueran mucho menos graves. No es difícil concluir que un número mayor de personas en el planeta, provocará, necesariamente, un incremento en el daño al medioambiente, incluso, si pensáramos el planeta sin desarrollo capitalista (como a algunos idealistas les gusta imaginar): sin desarrollo tecnológico de cualquier tipo, el simple desecho biológico de esa cantidad de población provocaría problemas medioambientales en sectores del planeta, y así seguirían incrementándose exponencialmente a medida que incrementa la población, aunque, insisto, no existiera tecnología producto del desarrollo del capitalismo (con esto podemos inferir que la tecnología no es el problema, sino más bien, quizá, un factor que puede aumentar el daño medioambiental, dentro de un sistema de producción determinado).

Con estos en antecedentes es bastante poco realista culpar a Marx y a Engels, por no ocuparse de los problemas medioambientales. Con las citas encontradas en la Dialéctica de la Naturaleza, podemos concluir que se ocuparon de tales cuestiones, pero en un grado necesario para su situación histórica: leve desarrollo, en comparación al actual, de las fuerzas productivas del capitalismo, en especial de la tecnología; y poca población mundial, en comparación a la que encontramos en la actualidad. Dado que ambos factores mencionados cobran relevancia en el mundo actual, entonces, cobran relevancia para nosotros los problemas ambientales.

Sacar a Marx y a Engels, de su momento histórico para culparlos de determinadas situaciones que no analizaron en profundidad conducirá necesariamente a una idealización de todo lo que se desee analizar posteriormente (solamente un dios puede prever acontecimientos sin la necesidad de tener las pruebas materiales de que algo va a suceder); y, por lo tanto, a una incomprensión de lo que es el marxismo, dado que no se concibe a Marx y a Engels como insertos en una realidad concreta sino abstraídos de lo que sea.

Camarada Gato Rojo