La Amistad y el Odio, y sus respectivos papeles, en Empédocles

Para Aristóteles, Anaxágoras y Empédocles, fueron los primeros enaislar el principio motor o eficiente; en el caso del segundo, este motor está representado por la Amistad y el Odio, causas respectivas de los movimientos contrarios que obran la unión y la separación de las cosas.

La Amistad y el Odio actúan sobre los seres al modo de fuerzas internas y, además, no causarían todos los movimientos existentes sino que muchos de ellos se producirían independientemente, a partir de la misma naturaleza de los objetos. La Amistad y el Odio no deben ser pensados como los responsables directos de todo movimiento, sino como los principios que determinan las condiciones básicas para que exista la realidad cósmica y su desarrollo dinámico. Sin el Odio, solo existiría la quietud absoluta el esfero y ningún movimiento sería posible, sin la Amistad no podrían existir las «cosas» y reinaría el caos más estéril. Responsable último de todo movimiento es, sin duda, el Odio, y probablemente la fase de Odio total no esté desprovista de movimiento.

La eterna existencia de la Amistad y del Odio indica la interminable sucesión del ciclo de la alternancia entre la unidad y la pluralidad. Pero la eterna permanencia de la Amistad y del Odio no determina (o no es correlativa con) una eterna actividad, puesto que al alcanzar uno de estos principios su poder absoluto, ello supone que el otro principio está inactivo y confinado.
Captura_03-08-2017_17:58:11Captura_03-08-2017_17:58:40Captura_03-08-2017_17:59:03Captura_03-08-2017_17:59:18Captura_03-08-2017_17:59:33Captura_03-08-2017_17:59:52Captura_03-08-2017_18:00:14Captura_03-08-2017_18:00:34Captura_03-08-2017_18:00:51Captura_03-08-2017_18:01:05Captura_03-08-2017_18:01:25Captura_03-08-2017_18:01:40Captura_03-08-2017_18:02:01

Los filósofos presocráticos II, Empédocles de Agrigento, N.L. Cordero, F.J. Olivieri, E. La Croce, C. Eggers Lan, Editorial Gredos, 1994, páginas 166 a 172