Desde el punto de vista etimológico, la palabra «átomo», en griego, significa «indiviso», más exactamente «sin división»: ατομον = α (a = sin) y τομον (tomon = división)

698 (59 B 12) SIMPL., Fís. 157, 1-4: «pero por completo nada se separa ni se divide una cosa de la otra, excepción hecha del intelecto. Y el intelecto es todo homogéneo, tanto el mayor como el menor. Pero de lo demás nada es semejante a nada, sino que cada cosa es y era manifiestamente aquello de lo que más hay» 49.

49 Cada entidad es un compuesto en que están combinadas todas las cosas simples, y lo único que individualiza, en el sentido de lo que distingue a una de otras, es el predominio de una de esas cosas simples. Algo realmente «indiviso» (átomos, para decirlo en griego) no existe. Podría hablarse, entonces, de una verdadera comunión esencial de los seres entre sí, por encima —o por debajo, si se quiere— del comportamiento individualista que ignore tal comunión y lleve a actuar frente a los demás como si fueran distintos, inferiores o enemigos.

Los Filósofos Presocráticos II, Anaxágoras de Clazómenas, N.L. Cordero, F.J. Olivieri, E. La Croce, C. Eggers Lan, Editorial Gredos, 1994, página 347.

En la filosofía de Anaxágoras, cada «cosa compuesta» es un compuesto en que están combinadas todas las cosas simples, y lo único que las individualiza, en el sentido de lo que distingue a una de otras, es el predominio de una de esas cosas simples. Algo realmente «indiviso» (átomos, para decirlo en griego) no existe

698 (59 B 12) SIMPL., Fís. 157, 1-4: «pero por completo nada se separa ni se divide una cosa de la otra, excepción hecha del intelecto. Y el intelecto es todo homogéneo, tanto el mayor como el menor. Pero de lo demás nada es semejante a nada, sino que cada cosa es y era manifiestamente aquello de lo que más hay» 49.

49 Cada entidad es un compuesto en que están combinadas todas las cosas simples, y lo único que individualiza, en el sentido de lo que distingue a una de otras, es el predominio de una de esas cosas simples. Algo realmente «indiviso» (átomos, para decirlo en griego) no existe. Podría hablarse, entonces, de una verdadera comunión esencial de los seres entre sí, por encima —o por debajo, si se quiere— del comportamiento individualista que ignore tal comunión y lleve a actuar frente a los demás como si fueran distintos, inferiores o enemigos.

Los Filósofos Presocráticos II, Anaxágoras de Clazómenas, N.L. Cordero, F.J. Olivieri, E. La Croce, C. Eggers Lan, Editorial Gredos, 1994, página 347.

Las «cosas» de la filosofía de Anaxágoras no son entidades últimas: por más que las dividamos siempre hallaremos algo más pequeño, esto provoca que: la «invidualidad» de las «cosas» no sea esencial (en todas las «cosas» hay una porción de las demás, por pequeña que sea; la porción que es mayor, en cambio, predomina hasta el punto de darle a las «cosas» la «individualidad»); las «cosas» no estén separadas como «cortadas por un hacha», ni que puedan «existir separadamente»; las «cosas» no puedan ser homeómeras, ya que constan de todas las demás, y esto supone una gran heterogeneidad

Pero, ¿qué son estas cosas perennes, de cuya combinación y separación dependen los nacimientos y muertes que vemos? No son entidades últimas, dado que, por más que las dividamos, siempre hallaremos algo más pequeño (fr. 3, texto núm. 838). El argumento es netamente parmenídeo: lo que es no puede no ser. No es concebible algo por debajo de lo más pequeño, o, dicho en términos de Parménides, lo que no es no lo podemos concebir. Pero en tal caso la «individualidad» de las cosas no es esencial (recordemos aquí que «individuo» e «indiviso» son términos que traducen al griego átomos): en todas las cosas hay una porción de todas las demás (por pequeña que sea la porción; la porción que es mayor, en cambio, predomina hasta el punto de darle a las cosas la «individualidad», merecedora de un nombre para cada cosa). Y eso hace que la «separación» no implica que las cosas estén «cortadas como con un hacha» (fr. 8, texto núm. 843), ni que les sea posible «existir separadamente» (fr. 6, texto núm. 841). Desde el punto de vista de la historia de la ciencia, podría hablarse del primer enunciado —tras el anticipo parmenídeo— del carácter continuo de lo real. Con un enfoque místico, en cambio, podría verse una consustanciación, una comunión de las cosas que se interpenetran.
En todo caso, estas «cosas», por compuestas que sean, no podrían ser «homeómeras», ya que constan de todas las demás, y esto supone una gran heterogeneidad.
Una mayor explicitación del boceto presente —sumada al tratamiento de otros difíciles problemas, como los referentes a la posible existencia de otros mundos y a temas astronómicos, meteorológicos, etc.— se desarrollará en las notas que acompañan a los textos respectivos.

Los Filósofos Presocráticos II, Anaxágoras de Clazómenas, N.L. Cordero, F.J. Olivieri, E. La Croce, C. Eggers Lan, Editorial Gredos, 1994, página 302.