Para Empédocles la sangre es el órgano principal (no el único) del conocimiento: se puede inteligir usándola en virtud del principio de los semejantes —ya que en ella están los elementos mezclados en idéntica proporción—

412 (31 B 105) PORF., De Styge: Empédocles parece así decir que la sangre es un órgano para la conciencia:

Nutrido [el corazón] en los mares de sangre latiente,
es allí donde principalmente está lo que los hombres llaman inteligencia:
pues la sangre que rodea el corazón es para los hombres la inteligencia 150.

413 (31 A 97) AECIO, IV 5 , 8: Según Empédocles [la parte racional del alma se halla] en la constitución de la sangre.

414 (31 A 86) TEOFR., De Sens. 10-11: Por eso pensamos principalmente con la sangre; porque en ella los elementos están mezclados en grado principal entre sus partes. Y por cierto que todos aquellos seres en los que [las partículas de los elementos] están mezcladas en grado casi igual y semejante sin mayores diferencias, y no son muy chicas ni tampoco excesivas en tamaño, éstos son más sabios y de percepciones más exactas…

150 En el primer verso el sujeto de «nutrido» (tethramméne, enmienda de Grotius) debe ser el corazón. Pero cf. BIGNONE, pág. 475. Respecto de la fórmula armónica de la sangre ver el frag. 98. Gracias a que en ella (y, por tanto, en el corazón que la contiene) los elementos se hallan mezclados en idéntica proporción, la sangre se constituye en el órgano principal (no el único) del conocimiento, en virtud del principio de los semejantes. Cf. especialmente el texto núm. 414.

Los filósofos presocráticos II, Empédocles de Agrigento, N.L. Cordero, F.J. Olivieri, E. La Croce, C. Eggers Lan, Editorial Gredos, 1994, páginas 222 y 223.

El pensamiento y la sensación en el sistema de Empédocles

b) Pensamiento y sensación 147.

410 (31 B 3) S. E., Adv. Math. VII 124:

Pero vamos, observa con toda tu destreza de qué modo cada cosa se hace patente
y al poseer una visión no confíes en ella más que en el oído,
ni en el oído resonante más que en las revelaciones de la lengua;
y de ninguno de los otros órganos, en cuanto que son una vía para inteligir,
tampoco alejes tu confianza, sino que intelige cada cosa por el medio en que se haga patente 148.

411 (31 B 106 y 108) ARIST., Met. IV 5, 1009b12: Y es en general a causa de suponer que el pensamiento es [lo mismo que] la sensación y que ésta es una alteración, que afirman que lo que se presenta a la sensación es por necesidad verdadero. Por esto Empédocles y Demócrito y, por decirlo así, cada uno de los otros filósofos se han sujetado a tales opiniones. Así, dice Empédocles que al cambiar nuestro estado cambia el pensamiento:

En los hombres la comprensión crece de acuerdo con lo presente.

Y manifiesta en otros versos que

En tanto que se vuelven diversos, en esa medida siempre su
pensamiento también se aplica a cosas diversas… 149.

412 (31 B 105) PORF., De Styge: Empédocles parece así decir que la sangre es un órgano para la conciencia:

Nutrido [el corazón] en los mares de sangre latiente,
es allí donde principalmente está lo que los hombres llaman inteligencia:
pues la sangre que rodea el corazón es para los hombres la inteligencia 150.

413 (31 A 97) AECIO, IV 5 , 8: Según Empédocles [la parte racional del alma se halla] en la constitución de la sangre.

414 (31 A 86) TEOFR., De Sens. 10-11: Por eso pensamos principalmente con la sangre; porque en ella los elementos están mezclados en grado principal entre sus partes. Y por cierto que todos aquellos seres en los que [las partículas de los elementos] están mezcladas en grado casi igual y semejante sin mayores diferencias, y no son muy chicas ni tampoco excesivas en tamaño, éstos son más sabios y de percepciones más exactas…

415 (31 B 103) SIMPL., Fis. 331, 10: Y se puede encontrar que en la Física de Empédocles se citan muchas [expresiones] tales, como por ejemplo éstas:

Así, por voluntad de la Fortuna, todas las cosas poseen pensamiento 151.

147 Lo que afirma Aristóteles al comienzo del texto núm. 411 no es exagerado y, como se comprobará a partir de los testimonios siguientes, en Empédocles no existe ningún tipo de oposición entre las sensaciones y el pensamiento. Ello es así no solamente porque Empédocles reivindique contra Parménides el valor de los sentidos (en el texto núm. 410 los considera una «vía para inteligir»: pórosnoésai), sino porque todos los indicios muestran que la actividad del intelecto (nóos) es concebida fundamentalmente como una «visión» o percepción, por supuesto, en términos físicos.

Para un análisis pormenorizado del léxico gnoseológico de Empédocles debe consultarse K. VON FRITZ, «noús, noeín, and their derivatives in Presocratic philosophy», II, CP 41 (1946), págs. 13-21. Este autor establece, como rasgos distintivos del nóos —que en cierto modo marcarían un matiz diferencial respecto de las sentidos—, el hecho de que implica una capacidad mental selectiva y ordenadora de los sentidos, que cubriría la función de planificar acciones y previsiones y, sobre todo, que su función parece ser la de abarcar (perilambánein) a su objeto.

148 Nótese el contraste de estas líneas con el frag. 7 de Parménides. Las «revelaciones de la lengua» aludirían al sentido del gusto.

149 Aristóteles cita los versos de Empédocles para mostrar el carácter físico del pensamiento, que se modificará en la medida en que se experimenten cambios corporales. La comprensión (en el primer verso citado, mẽtis cf. VON FRITZ, artíc. cit., pág. 16, tiene el significado de capacidad mental en general) se acrecienta según lo que está presente en la condición física del sujeto, y no según el objeto presente (pues el primer fragmento es equiparado por Aristóteles al segundo, donde evidentemente se trata del cambio experimentado por el sujeto).

150 En el primer verso el sujeto de «nutrido» (tethramméne, enmienda de Grotius) debe ser el corazón. Pero cf. BIGNONE, pág. 475. Respecto de la fórmula armónica de la sangre ver el frag. 98. Gracias a que en ella (y, por tanto, en el corazón que la contiene) los elementos se hallan mezclados en idéntica proporción, la sangre se constituye en el órgano principal (no el único) del conocimiento, en virtud del principio de los semejantes. Cf. especialmente el texto núm. 414.

151 Lo mismo expresa Empédocles en el v. 10 del frag. 110. A partir de lo que señala Teofrasto en el texto núm. 423, podría inferirse que la sensación y el pensamiento son comunes a todos los seres (animados o no) debido al fenómeno universal de las emanaciones y los poros (cf. los textos bajo el ítem «d»).

Los filósofos presocráticos II, Empédocles de Agrigento, N.L. Cordero, F.J. Olivieri, E. La Croce, C. Eggers Lan, Editorial Gredos, 1994, páginas 221 a 223.