Para G. Romero, en todas las carreras de ciencias debería enseñarse una materia de filosofía formal (lógica y semántica); una materia de filosofía científica (ontología, donde se enseñe qué es una ley, qué es una propiedad, qué es el cambio, qué es el azar, qué es una propensión, qué es una probabilidad, qué es el espacio, qué es el tiempo, etc.); una materia de epistemología; y una materia de ética científica.

¿Cómo se trata eso [la relación simbiótica entre filosofía científica y ciencia], a nivel universitario?, ¿a nivel formativo de los estudiantes? En mi opinión debería haber, básicamente, para todas las carreras de ciencia, una materia de ciencias formales, como lógica y semántica, que complementen la formación matemática para que el futuro graduado sepa utilizar e interpretar los lenguajes formales. Una única materia de filosofía científica, dónde se explique qué es lo que entendemos por una ley, si hay leyes de leyes, si  puede haber propiedades de propiedades, qué es un cambio, qué es el azar, qué es una propensión, qué es una probabilidad, o sea, cosas que permanentemente el científico usa pero que jamás se plantea qué son, cómo se definen, qué rol juegan dentro de todo el esquema del conocimiento que él está tratando de abordar. Entonces, una única materia bien enfocada, que tenga una parte de filosofía formal, o sea lógica y semántica y después que tenga algo de ontología, esto es las ideas más generales acerca de lo que hay, básicamente el estudio de cosas, cambios, propiedades, leyes, espacio y tiempo. Finalmente una unidad de epistemología, donde se estudie qué es el conocimiento, qué es aprender, qué es una teoría, qué es una representación de la realidad, qué es un modelo, cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia —tema muy importante, de gran importancia cultural—, qué es la tecnología, en qué se diferencia la ciencia de la tecnología y, genéricamente, la ética. Yo creo que habría que enseñar ética en una materia de filosofía científica: ética científica, o sea, ética basada en el estudio del comportamiento humano, en tratar de determinar porqué los seres humanos se comportan de una manera o de otra y cuales son las pautas, las normas, esto es la moral, qué conviene para alcanzar ciertos objetivos.

La aclaración entre corchetes es mía.

Un Anaximandro del siglo XXI

 

A medida que investigamos las diferentes formas de materia y movimiento vamos conociendo también la materia y el movimiento en cuanto tal

¡Y se dice que no sabemos tampoco qué son la materia y el movimiento! ¡Naturalmente que no, pues hasta ahora nadie ha visto o percibido de cualquier otro modo la materia en cuanto tal o el movimiento en cuanto tal, sino solamente las diferentes materias y formas de movimiento que realmente existen! La materia no es otra cosa que el conjunto de materias de que se abstrae ese concepto; el movimiento en cuanto tal es simplemente el conjunto de todas las formas de movimiento perceptibles por medio de los sentidos; palabras como materia y movimiento son, sencillamente, abreviaturas en las que condensamos muchas cosas diferentes perceptibles por los sentidos, tomando sus cualidades comunes. Por tanto, sólo podemos conocer la materia y el movimiento investigando las diferentes materias y formas de movimiento que existen, y a medida que las conocemos vamos conociendo también, pro tanto [en la misma medida], la materia y el movimiento en cuanto tales.

DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, página 200.

El tiempo es una serie de unidades de tiempo y el espacio una serie de unidades de espacio que no tienen una existencia objetiva sin la materia

[…] ¡Sabemos lo que es una hora o un metro, pero no lo que es el tiempo o el espacio! ¡Como si el tiempo fuese otra cosa que una serie de horas, o el espacio otra cosa que una serie de metros cúbicos! Las dos formas de existencia de la materia no son, naturalmente, nada sin la materia, solamente ideas vacuas, abstracciones que sólo existen en nuestra cabeza […]

DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, página 200.

Las abstracciones no se pueden captar con los sentidos, se pueden pensar (a partir de la experiencia sensible) y también sirven para conocer la naturaleza

[…] Es la historia de siempre. Primero, se reducen las cosas sensibles a abstracciones, y luego se las quiere conocer por medio de los sentidos, ver el tiempo y oler el espacio. El empírico se entrega tan de lleno al hábito de la experiencia empírica, que hasta cuando maneja abstracciones cree moverse en el campo de la experiencia sensible. […] El conocer no es, según él (un científico), sino el ¡medir con los sentidos! […]

DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, página 200.

La aclaración entre paréntesis es mía.

A través de las abstracciones (cuestiones discursivas y por tanto que no se pueden captar con los sentidos) que hacemos del mundo sensible, también podemos conocer al universo

(Las comillas son palabras de un científico de apellido Nägeli)

Antes de proceder a esta investigación sobre lo infinito, tratar lo siguiente:

1) Del “campo insignificante” en cuanto a espacio y tiempo.

2) Del “desarrollo probablemente defectuoso de los órganos de los sentidos”.

3) De que “sólo podemos conocer lo finito, lo cambiante y lo perecedero, lo gradualmente distinto y relativo, ya que nos limitamos a aplicar conceptos matemáticos a las cosas naturales y sólo podemos juzgar éstas ateniéndonos a las medidas que encontramos en las mismas. Carecemos de representaciones para todo lo infinito o eterno, para todo lo constante, para todas las diferencias absolutas. Sabemos exactamente lo que significa una hora, un metro, un kilogramo, pero ignoramos lo que son el tiempo, el espacio, la fuerza y la materia, la quietud y el movimiento, la causa y el efecto”.

Es la historia de siempre. Primero, se reducen las cosas sensibles a abstracciones, y luego se las quiere conocer por medio de los sentidos, ver el tiempo y oler el espacio. El empírico se entrega tan de lleno al hábito de la experiencia empírica, que hasta cuando maneja abstracciones cree moverse en el campo de la experiencia sensible. ¡Sabemos lo que es una hora o un metro, pero no lo que es el tiempo o el espacio! ¡Como si el tiempo fuese otra cosa que una serie de horas, o el espacio otra cosa que una serie de metros cúbicos! Las dos formas de existencia de la materia no son, naturalmente, nada sin la materia, solamente ideas vacuas, abstracciones que sólo existen en nuestra cabeza. ¡Y se dice que no sabemos tampoco qué son la materia y el movimiento! ¡Naturalmente que no, pues hasta ahora nadie ha visto o percibido de cualquier otro modo la materia en cuanto tal o el movimiento en cuanto tal, sino solamente las diferentes materias y formas de movimiento que realmente existen! La materia no es otra cosa que el conjunto de materias de que se abstrae ese concepto; el movimiento en cuanto tal es simplemente el conjunto de todas las formas de movimiento perceptibles por medio de los sentidos; palabras como materia y movimiento son, sencillamente, abreviaturas en las que condensamos muchas cosas diferentes perceptibles por los sentidos, tomando sus cualidades comunes. Por tanto, sólo podemos conocer la materia y el movimiento investigando las diferentes materias y formas de movimiento que existen, y a medida que las conocemos vamos conociendo también, pro tanto [en la misma medida], la materia y el movimiento en cuanto tales. Por tanto, cuando Nägeli dice que no sabemos lo que es el tiempo, el espacio, la materia, el movimiento, la causa o el efecto, se limita a decir que nuestras cabezas reducen a abstracciones el mundo real y que luego son incapaces para reconocer estas abstracciones creadas por ellas mismas, porque se trata de cosas discursivas, y no de cosas sensibles, y el conocer no es, según él, sino el ¡medir con los sentidos! Exactamente la misma dificultad con que tropezamos en Hegel: ¡podemos comer cerezas o ciruelas, pero no fruta, ya que, hasta hoy, nadie ha comido nunca fruta en cuanto tal!

DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, páginas 200 y 201.

La aclaración entre paréntesis es mía.

De la suma de lo finito es de donde tomamos la idea de infinito, sin las cosas finitas, no podríamos llegar a formarnos idea alguna de lo infinito: la suma de lo finito es lo infinito

No deja de ser cómico que Nägeli diga lo mismo: “Sólo podemos conocer lo finito, pero podemos conocer también todo lo finito, que se halle dentro del radio de acción de nuestra percepción sensible.” La suma de lo finito que cae dentro del radio de acción, etc., es cabalmente lo infinito, pues ¡de aquí es precisamente de donde toma Nägeli su idea de lo infinito! ¡Sin esto finito, etc., no podría llegar a formarse idea alguna de lo infinito!

DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, página 199.

Para conocer no tenemos que partir de premisas unilaterales

[…] este conocimiento absoluto tropieza con un importante escollo. Así como la infinitud de la materia cognoscible se halla integrada por una serie de finitudes, la infinitud del pensamiento que conoce de un modo absoluto se halla formada también por un número infinito de mentes humanas finitas, que laboran conjunta o sucesivamente por alcanzar este conocimiento infinito, cometiendo pifias prácticas y teóricas, partiendo de premisas erróneas, unilaterales, falsas, siguiendo derroteros equivocados, torcidos e inseguros y, no pocas veces, sin acertar siquiera a llegar a resultados certeros cuando se dan de bruces con ellos […]. De ahí que el conocimiento de lo infinito se halle bloqueado por dos parapetos de dificultades y sólo pueda lograrse, conforme a su naturaleza, en un progreso infinitamente asintótico. Pero esto es suficiente para que podamos afirmar que lo infinito es tan cognoscible como incognoscible […].

DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, página 199.

El conocimiento solo se logra en un progreso infinitamente asintótico, debido a que la finitud de las infinitas mentes humanas, hace que estas cometan errores

[…] este conocimiento absoluto tropieza con un importante escollo. Así como la infinitud de la materia cognoscible se halla integrada por una serie de finitudes, la infinitud del pensamiento que conoce de un modo absoluto se halla formada también por un número infinito de mentes humanas finitas, que laboran conjunta o sucesivamente por alcanzar este conocimiento infinito, cometiendo pifias prácticas y teóricas, partiendo de premisas erróneas, unilaterales, falsas, siguiendo derroteros equivocados, torcidos e inseguros y, no pocas veces, sin acertar siquiera a llegar a resultados certeros cuando se dan de bruces con ellos […]. De ahí que el conocimiento de lo infinito se halle bloqueado por dos parapetos de dificultades y sólo pueda lograrse, conforme a su naturaleza, en un progreso infinitamente asintótico. Pero esto es suficiente para que podamos afirmar que lo infinito es tan cognoscible como incognoscible […].

DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, página 199.

Así como la infinitud de la materia se halla integrada por un número infinito de finitudes, la infinitud del pensamiento se halla formada por un número infinito de mentes humanas finitas

Así como la infinitud de la materia cognoscible se halla integrada por una serie de finitudes, la infinitud del pensamiento que conoce de un modo absoluto se halla formada también por un número infinito de mentes humanas finitas.

DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, página 199.

Lo infinito es tan cognoscible como incognoscible porque el pensamiento es infinito pero se encuentra en mentes finitas que cometen errores al conocer

Sin embargo, este conocimiento absoluto tropieza con un importante escollo. Así como la infinitud de la materia cognoscible se halla integrada por una serie de finitudes, la infinitud del pensamiento que conoce de un modo absoluto se halla formada también por un número infinito de mentes humanas finitas, que laboran conjunta o sucesivamente por alcanzar este conocimiento infinito, cometiendo pifias prácticas y teóricas, partiendo de premisas erróneas, unilaterales, falsas, siguiendo derroteros equivocados, torcidos e inseguros y, no pocas veces, sin acertar siquiera a llegar a resultados certeros cuando se dan de bruces con ellos […]. De ahí que el conocimiento de lo infinito se halle bloqueado por dos parapetos de dificultades y sólo pueda lograrse, conforme a su naturaleza, en un progreso infinitamente asintótico. Pero esto es suficiente para que podamos afirmar que lo infinito es tan cognoscible como incognoscible, y eso es todo lo que necesitamos.

DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, página 199.