Características del estado: la fuerza pública

El segundo rasgo característico es la institución de una “fuerza pública” que ya no es el pueblo armado. Esta fuerza pública especial se hace necesaria porque, desde la división de la sociedad en clases, es imposible una organización armada espontánea de la población, de la que también formaban parte los esclavos. En contraste con los 365.000 esclavos, los 90.000 ciudadanos de Atenas constituían una clase privilegiada. La milicia popular de la democracia ateniense era una fuerza pública aristocrática contra los esclavos, a quienes mantenía sumisos. Pero para tener también a raya a los ciudadanos se hizo necesaria una policía, como hemos dicho anteriormente. Esta fuerza pública existe en todo Estado y no está formada sólo por hombres armados, sino también por aditamentos materiales (cárceles e instituciones coercitivas de todo tipo) que la sociedad gentilicia no conocía. Esta fuerza pública puede ser muy poco importante, o hasta casi nula, en sociedades donde todavía no se han desarrollado los antagonismos de clase o en territorios lejanos, como sucedió en ciertos lugares y épocas en los Estados Unidos de América. Pero se fortalece a medida que los antagonismos de clase se exacerban dentro del país y a medida que se hacen más grandes y más poblados los países colindantes. Y si no, examínese nuestra Europa actual, donde la lucha de clases y la rivalidad en las conquistas han hecho crecer tanto la fuerza pública, que amenaza con devorar a la sociedad entera e incluso al Estado mismo.

Federico Engels, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, Fundación Federico Engels, 2006, página 184 y 185

Una característica esencial del Estado consiste en una fuerza pública separada de la masa del pueblo

Hemos visto que una característica esencial del Estado consiste en una fuerza pública separada de la masa del pueblo. Atenas no tenía entonces más que un ejército popular y una flota equipada directamente por el pueblo, que protegían la ciudad de los enemigos exteriores y mantenían en la obediencia a los esclavos, que en aquella época ya eran la mayoría de la población. Al principio, para los ciudadanos esa fuerza pública sólo existía en forma de policía; ésta es tan vieja como el Estado, y por eso los ingenuos franceses del siglo XVIII no hablaban de naciones civilizadas, sino de “naciones con policía” (nations policées). Los atenienses instituyeron, pues, una fuerza policial, una verdadera gendarmería de arqueros de a pie y de a caballo (Landjäger, como se les llama en el sur de Alemania y en Suiza). Pero esa gendarmería la formaban esclavos. Este oficio le parecía tan indigno al ateniense libre, que prefería ser detenido por un esclavo armado a cumplir él mismo tan viles funciones. Era una manifestación del antiguo espíritu gentilicio. El Estado no podía existir sin la policía, pero todavía era joven y no tenía la suficiente autoridad moral para hacer respetable un oficio que los antiguos miembros de las gens sólo podían considerar infame.

Federico Engels, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, Fundación Federico Engels, 2006, página 127.