La segunda forma de la dialéctica, la que más cerca está de los naturalistas alemanes, es la filosofía clásica alemana, desde Kant hasta Hegel. Aquí, ya se ha conseguido algo desde que, además del ya mencionado neokantismo, vuelve a estar de moda el recurrir a Kant. Desde que se ha descubierto que Kant es el autor de dos hipótesis geniales sin las que las modernas ciencias naturales teóricas no podrían dar un paso (la teoría de los orígenes del sistema solar, que antes se atribuía a Laplace, y la teoría de la retardación de la rotación de la tierra a causa de las mareas), este filósofo volvió a conquistar merecidos honores entre los naturalistas. Pero querer estudiar la dialéctica en Kant sería un trabajo estérilmente penoso y poco fructífero, dado que las obras de Hegel nos ofrecen un amplio compendio de dialéctica, aunque desarrollado a partir de un punto de arranque absolutamente falso.
Hoy, cuando, por un lado, la reacción contra la “filosofía de la naturaleza”, justificada en gran parte por ese falso punto de partida y por el imponente enlodamiento del hegelianismo berlinés, se ha expandido a sus anchas y ha degenerado en simples injurias, y cuando, por otro lado, las ciencias naturales han sido tan notoriamente traicionadas en sus necesidades teóricas por la metafísica ecléctica al uso, creemos que ya podrá volver a pronunciarse ante los naturalistas el nombre de Hegel, sin provocar con ello ese baile de San Vito en que el señor Dühring es tan divertido maestro.
Viejo prólogo para el ‘Anti-Dühring’ SOBRE LA DIALÉCTICA, Introducción a “dialéctica de la naturaleza” y otros escritos sobre dialéctica, F. Engels, Fundación Federico Engels, 2006, páginas 51 y 52.