La barbarie germana salvó a Europa de su agonizate civilización

Pero, ¿qué misterioso sortilegio fue el que permitió a los germanos infundir una fuerza vital nueva a la Europa agonizante? ¿Fue un poder milagroso e innato a la raza germana, como nos cuentan nuestros historiadores patrioteros? De ninguna manera. Los germanos, sobre todo en aquella época, eran una tribu aria muy favorecida por la naturaleza y en pleno proceso de desarrollo vigoroso. Pero no fueron sus cualidades idiosincrásicas nacionales las que rejuvenecieron Europa, sino, sencillamente, su barbarie, su constitución gentilicia. Su capacidad y su valentía personales, su espíritu de libertad y su instinto democrático, que les llevaba a considerar como propios los asuntos públicos, en una palabra, todas las cualidades que los romanos habían perdido y las únicas capaces de hacer surgir del cieno del mundo romano nuevos Estados y nuevas nacionalidades, ¿qué eran sino los rasgos característicos del estadio superior de la barbarie, fruto de su constitución gentilicia?
Si transformaron la forma antigua de la monogamia, suavizaron la autoridad del hombre en la familia y dieron a la mujer una situación más elevada de la que nunca antes había conocido el mundo clásico, ¿qué les hizo capaces de ello sino su barbarie, sus hábitos gentilicios, su herencia viva de los tiempos del derecho materno?
Si salvaron —al menos en los tres países principales: Alemania, el norte de Francia e Inglaterra— un trozo del régimen genuino de la gens, transplantándolo al Estado feudal en forma de marcas, lo que dio a la oprimida clase de los campesinos, hasta bajo la más cruel servidumbre de la Edad Media, una cohesión local y una fuerza de resistencia de la que no dispusieron ni los esclavos de la Antigüedad ni dispone el proletariado moderno, ¿a qué se debió sino a su barbarie, a su sistema exclusivamente bárbaro de colonización por gens?
Y, por último, si desarrollaron y generalizaron la forma mitigada de servidumbre que habían empleado ya en su país natal —y que incluso en el Imperio Romano fue sustituyendo cada vez más a la esclavitud—, forma que, como Fourier ha sido el primero en resaltar, ofrece a los oprimidos medios para emanciparse gradualmente como clase (“fournit aux cultivateurs des moyens d’affranchissement collectif et progressif”*) y que supera así con mucho a la esclavitud —con la que sólo era posible una liberación inmediata, sin fases transitorias, del esclavo individual (la Antigüedad no conoce ningún caso de supresión de la esclavitud por una rebelión victoriosa), mientras que los siervos de la Edad Media llegaron poco a poco a conseguir su emancipación como clase—, ¿a qué se debe esto sino a su barbarie, gracias a la cual no habían alcanzado el estadio de esclavitud completa, ni la antigua esclavitud del trabajo ni la esclavitud doméstica oriental?
Toda la fuerza y la vitalidad que los germanos aportaron al mundo romano era barbarie. En efecto, sólo unos bárbaros eran capaces de rejuvenecer un mundo sumido en la agonía de su civilización. Y el estadio superior de la barbarie, al cual se elevaron y en el cual vivieron los germanos antes de sus migraciones, era precisamente el más favorable para ese proceso. Esto lo explica todo.

* “Ofrece a los cultivadores los medios de emancipación colectiva y progresiva”.

Federico Engels, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, Fundación Federico Engels, 2006, páginas 168 y 169.