Características del estado: es el estado de la clase económicamente dominante

Como el Estado nació de la necesidad de amortiguar los antagonismos de clase y como, al mismo tiempo, nació en medio del conflicto de esas clases, por regla general es el Estado de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, que se convierte también, con ayuda de él, en la clase políticamente dominante, adquiriendo con ello nuevos medios para la represión y explotación de la clase oprimida. Así, el Estado antiguo era, ante todo, el Estado de los esclavistas para tener sometidos a los esclavos; el Estado feudal era el órgano de la nobleza para tener sujetos a los campesinos siervos; y el moderno Estado representativo es el instrumento del capital para explotar el trabajo asalariado. Sin embargo, excepcionalmente, hay períodos en que las clases en lucha están tan equilibradas, que el poder del Estado, como mediador aparente, adquiere cierta independencia momentánea respecto a ambas. Es el caso de la monarquía absoluta de los siglos XVII y XVIII, que mantenía a nivel la balanza entre la nobleza y la burguesía, y del bonapartismo del Primer Imperio Francés y, sobre todo, del Segundo, valiéndose del proletariado contra la burguesía y de ésta contra aquél. […] Además, en la mayor parte de los Estados históricos los derechos concedidos a los ciudadanos se gradúan con arreglo a su fortuna, y con ello se declara expresamente que el Estado es un órgano para proteger a la clase poseedora frente a la desposeída. Así sucedía ya en Atenas y en Roma, donde la clasificación era por la cuantía de los bienes. Lo mismo sucede en el Estado feudal de la Edad Media, donde el poder político se distribuyó según la propiedad territorial. Y así lo observamos en el censo electoral de los modernos Estados representativos. Sin embargo, este reconocimiento político de las diferencias de fortuna no es nada esencial. Al contrario, denota un grado inferior en el desarrollo del Estado. La forma más elevada de Estado, la república democrática —que en nuestras condiciones sociales modernas se va haciendo una necesidad cada vez más ineludible y que es la única forma de Estado bajo la que puede darse la batalla última y definitiva entre el proletariado y la burguesía—, no reconoce oficialmente diferencias de fortuna. En ella la riqueza ejerce su poder indirectamente, pero por ello mismo de un modo más seguro. De una parte, bajo la forma de corrupción directa de los funcionarios, de lo cual es América un modelo clásico, y, de otra parte, bajo la forma de alianza entre el gobierno y la Bolsa. Esta alianza se realiza con tanta mayor facilidad cuanto más crecen las deudas del Estado y cuanto más van las sociedades por acciones concentrando en sus manos no sólo el transporte, sino también la producción, haciendo de la Bolsa su centro […]. Pero […] la república democrática no es imprescindible para esa unión fraternal entre la Bolsa y el gobierno[…]. Por último, la clase poseedora impera de un modo directo por medio del sufragio universal. Mientras la clase oprimida —en nuestro caso, el proletariado— no esté madura para liberarse por ella misma, en su mayoría reconocerá el actual orden social como el único posible y políticamente constituirá la cola de la clase capitalista, su extrema izquierdaPero a medida que vaya madurando para emanciparse por sí misma, irá constituyéndose como un partido independiente, eligiendo a sus propios representantes, y no a los de los capitalistas. El sufragio universal es, de esta suerte, el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar ni llegará nunca a más en el Estado actual, pero esto es bastante. El día en que el termómetro del sufragio universal marque para los trabajadores el punto de ebullición, ellos sabrán, lo mismo que los capitalistas, qué deben hacer.

Federico Engels, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, Fundación Federico Engels, 2006, páginas 185, 186 y 187.