Los omniinduccionistas:* Con toda la inducción del mundo jamás habríamos podido llegar a ver claro en el proceso de la inducción. Para ello, no había más camino que analizar este proceso. Inducción y deducción forman necesariamente un todo, ni más ni menos que la síntesis y el análisis. En vez de exaltar unilateralmente la una a costa de la otra, hay que procurar poner a cada una en el lugar que le corresponde, lo que sólo puede hacerse si no se pierde de vista que ambas forman una unidad y se complementan mutuamente. Según los induccionistas, la inducción es un método infalible. Pero no hay nada de eso, hasta el punto de que todos los días [vemos cómo] se caen por tierra, mediante los nuevos descubrimientos, sus resultados aparentemente más seguros. Los corpúsculos luminosos y la materia térmica eran resultados de la inducción. ¿Y dónde están ahora? La inducción nos enseñaba que todos los animales vertebrados tenían un sistema nervioso central diferenciado en el cerebro y en la medula y que ésta aparecía siempre rodeada de vértebras óseas o cartilaginosas. Hasta que se descubrió el anfioxo, que es un animal vertebrado con un cordón nervioso central indiferenciado y sin vértebras. Según la inducción, los peces son animales vertebrados que respiran durante toda su vida por medio de branquias. Y he aquí que, de pronto, aparecen animales a quienes casi todo el mundo considera peces y que, a la vez que branquias, poseen pulmones muy bien desarrollados, descubre que todos los peces tienen un pulmón potencial, que es la vejiga natatoria. Haeckel necesitó recurrir audazmente a la teoría de la evolución, para sacar a los induccionistas de estas contradicciones, en las que se sentían tan a gusto. Si la inducción fuese realmente tan infalible como se dice, ¿cómo podrían producirse esos desplazamientos radicales de clasificaciones, tan violentos y tan frecuentes en el mundo orgánico? En realidad, son el producto más genuino de la inducción y, a pesar de ello, se anulan los unos a los otros.
*Son quienes consideran a la inducción como único método certero.
DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA, F. Engels, Editorial Grijalbo, México, 1961, páginas 193 y 194.
La aclaración con * la hice yo, basándome en las notas que aparecen en el libro.
Las negritas las puse yo.