Para G. Romero, deben existir «cosas» fuera del espaciotiempo, «eventos» que una vez agrupados generan el espaciotiempo, tales «cosas», para él, ayudarían a explicar muchos fenómenos que las ciencias no alcanzan a dilucidar aun: Leibniz las llamaba mónadas, elementos existenciales básicos que no tienen dimensión ni duración. El problema, para mí, es que aquellas «cosas» también tienen otro nombre, las religiones las suelen llamar Dios.

Algunos físicos, no necesariamente defensores de la teoría de cuerdas, opinan que, por ejemplo, alternativas como la Quantum Loop Gravity tienen el mismo grado o más de no falsabilidad  y descontextualización  que las cuerdas.

Si, no se si tanto más, pero por lo menos es refutable. Personalmente yo no creo que el abordaje de la Quantum Loop Gravity lleve a algo interesante porque hay problemas muy de fondo respecto a qué es el espaciotiempo mismo que están en las bases de esa teoría. Ahí lo que hacen es cuantificar elementos de volumen, pero esos elementos de volúmenes ¿qué son?. Yo pienso que hay que partir de mucho más atrás. Yo creo que el problema solo se va a resolver cuando podamos construir el espaciotiempo como una entidad emergente  de algo más básico. Y, en mi opinión, el mejor candidato que tenemos para algo más básico es lo que se llaman eventos aislados. O sea, hemos siempre pensado como Demócrito en forma atomista, como que los constituyentes últimos de la realidad son partículas materiales; esto es,  un sistema físico con propiedades que pueden cambiar. Ahora, a esos cambios de las propiedades del sistema físico los llamamos eventos pero esa concepción atomista tiene muchos problemas porque tiene que haber una longitud mínima que debería coincidir con la escala de Planck. Pero si hay una longitud mínima sería incompatible con la relatividad, porque la longitud puede modificarse simplemente cambiando el sistema de referencia; entonces, si era mínima se puede pasar a un sistema de referencia donde sea más chica y, entonces, no sería mínima. Entonces, todas esas teorías terminan violando lo que se llama la invariancia de Lorentz. La forma de no violar la invariancia de Lorentz es postular cosas que no tengan dimensión ni estén en el espacio ni en el tiempo. Y esos serían estos eventos o lo que, con otra nomenclatura, Leibniz llamaba las mónadas: elementos existenciales básicos que no tienen dimensión ni tienen duración. Las categorías de espaciotiempo ya no se aplican a ellos; el espaciotiempo emerge cuando hay muchos de estos eventos luego de lo cual recién ahí aparece la métrica. El desafío, yo creo, está en tratar de construir la métrica que es con un campo emergente en el límite de los grandes números de una teoría en la cual los componentes más básicos no sean espaciotemporales. Causal Set Theory va en esa dirección, pero hay enormes problemas para lograrlo. Son temas muy difíciles, son temas que es natural que lleven mucho tiempo resolverlos porque son realmente complejos. Sin duda no se van a resolver si no se les dedica tiempo y, en la medida que la gente esté pensando en cuestiones que sabe a priori que son callejones sin salida y simplemente sigue en eso porque fue educado en esas herramientas de cálculo y es lo único que sabe hacer, no lo vamos a resolver.

Un Anaximandro del siglo XXI

Para G. Romero, los taquiones no existen

Otra cosa de la que se queja Rovelli, no se si vos coincidís, es que hay una tendencia a «vamos a calcular esto como si valiera la hipótesis de…», donde no hay prejuicio de que esa hipótesis sea antinaturalmente arbitraria.

Claro, exactamente. Así empiezan todos: «Consideramos el siguiente lagrangiano…», entonces definen un lagrangiano con términos de autointeracción, campo de taquiones y de ahí hacen las cuentas, salen las soluciones y llegan a un universo que está dominado por taquiones, puede expandirse en forma acelerada si pasa… Ahora, ¿existen los taquiones?,  no, no existen; ¿el campo de taquiones es estable? no, es inestable ya que las autoperturbaciones del campo de taquiones los desestabiliza; entonces, ¿cuál es el sentido de todo eso?, ninguno. Es matemática, es «postulo este lagrangiano, resuelvo las ecuaciones de movimiento y veo como se mueve el sistema». Ahora, ¿el lagrangiano describía un sistema físico?, no. Es más, el sistema hipotético que describe ese lagrangiano ¿es estable?, muchas veces la respuesta hasta es no. O sea, ni siquiera tiene chances de existir, no es que no existe sino que no puede existir, que es mucho peor. Y eso es una industria que se ve mucho en física.

Un Anaximandro del siglo XXI

Para G. Romero, muchos físicos actuales comienzan a calcular con base en una hipótesis que es aceptada como verdadera pero, en realidad, muchas veces, se carece de fundamentos que permitan demostrar que, efectivamente, es verdadera

Otra cosa de la que se queja Rovelli, no se si vos coincidís, es que hay una tendencia a «vamos a calcular esto como si valiera la hipótesis de…», donde no hay prejuicio de que esa hipótesis sea antinaturalmente arbitraria.

Claro, exactamente. Así empiezan todos: «Consideramos el siguiente lagrangiano…», entonces definen un lagrangiano con términos de autointeracción, campo de taquiones y de ahí hacen las cuentas, salen las soluciones y llegan a un universo que está dominado por taquiones puede expandirse en forma acelerada si pasa… Ahora, ¿existen los taquiones?,  no, no existen; ¿el campo de taquiones es estable? no, es inestable ya que las autoperturbaciones del campo de taquiones los desestabiliza; entonces, ¿cuál es el sentido de todo eso?, ninguno. Es matemática, es «postulo este lagrangiano, resuelvo las ecuaciones de movimiento y veo como se mueve el sistema». Ahora, ¿el lagrangiano describía un sistema físico?, no. Es más, el sistema hipotético que describe ese lagrangiano ¿es estable?, muchas veces la respuesta hasta es no. O sea, ni siquiera tiene chances de existir, no es que no existe sino que no puede existir, que es mucho peor. Y eso es una industria que se ve mucho en física.

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G. Romero respecto a la conjetura de Maldacena

La conjetura de Maldacena, que entiendo fue un avance espectacular en el formalismo de la teoría de cuerdas, corresponde a un espaciotiempo de anti-De Sitter que no es el que observamos en  nuestro universo actual. Maldacena admite que el espaciotiempo observable esconde soluciones muy inestables de las teorías de cuerdas pero que confía que, en algún momento, podrán resolverse, ¿vos ves que por ahí va a haber alguna salida o no?

Lo que descubrió Maldacena fue un truco para hacer cuentas en teoría de cuerdas. Se dio cuenta que es mucho más fácil hacer las cuentas en ese espacio Anti-De Sitter que hacerlos en el espacio real. Son cuentas de la teoría de cuerdas. O sea, básicamente es un método de cálculo. El universo real no es anti-De Sitter, por el contrario probablemente sea De Sitter porque, si es cierto que se está expandiendo en forma acelerada como parecen indicar algunas observaciones, entonces la geometría actual del universo es una geometría que corresponde básicamente a un universo De Sitter. De Sitter implica un universo que es descrito por las ecuaciones de Einstein con un término de constante cosmológica positiva. Lo de Maldacena no se aplicaría al universo real por todo lo que sabemos. Lo que si tiene de positivo el método de cálculo de Maldacena es que en algunas áreas de materia condensada se está aplicando exitosamente. Entonces, ¿qué está pasando?, los cuerdistas intelectualmente más honestos se están pasando a materia condensada aplicando esa potente herramienta de cálculo , lo cual a mi me parece muy bueno. El problema es que hay otros cuerdistas que son irreductibles, por decirlo de alguna manera, y que siguen empeñados en trabajar con geometrías que no se corresponden al mundo real, sin hacer ningún tipo de predicciones y, en el fondo,  lo que están haciendo es matemática pura. Por eso a Witten le dieron la Fields Medal de matemática. Nunca descubrió absolutamente nada. Esa es la realidad.

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G. Romero: La supersimetría es una simetría, que no sabemos si existe en la naturaleza, entre los bosones y los fermiones. Para cada un de esas familias hay una partícula supersimétrica que existiría, supuestamente, de tal manera se define un grupo de simetría mucho mas grande que el que usa el modelo estándar

Witten dice que la teoría de cuerdas predice la supersimetría.

No, eso es otro error. No es cierto que la teoría de cuerdas prediga la supersimetría. Lo que sucede es que la teoría de cuerdas sólo puede ser válida si es válida la supersimetría. La supersimetría fue postulada antes de que existiese la teoría de cuerdas. La supersimetría es una simetría, que no sabemos si existe o no en la naturaleza, entre las partículas del tipo bosones y las del tipo fermiones . Para cada un de esas familias hay una partícula supersimétrica que existiría supuestamente de tal manera que eso define un grupo de simetría mucho mas grande que el que usa el modelo estándar. Ahora, la teoría de cuerdas solo se puede desarrollar en forma coherente, internamente, si vale la supersimetría pero no se sabe si existe o no la supersimetría. Todos los intentos de detectar partículas supersimétricas en el Large Hadron Collider han fallado. Entonces ¿qué dicen los teóricos?, dicen: “bueno, la supersimetría se manifiesta en energías más altas”, obvio, como la escala de energía no está fija en la teoría puede estar en cualquier lado.  La energía a la que llega el Large Hadron Collider en este momento es de  14TeV y el tope sería la energía de Planck de 1019 GeV.  Un enorme rango de magnitudes que jamás se van a lograr alcanzar en un acelerador de partículas. En la práctica, siempre van a decir: “bueno, no, la supersimetría por ahí se manifiesta en energías más altas”. Entonces, en ese sentido, si bien la teoría podría ser refutable si se probara que no existe la supersimetría; en la práctica, nunca se va a poder probar que no existe la supersimetría porque nunca vas a llegar a las energía de Planck en un acelerador de partículas. Ahora bien, no se puede demostrar que la supersimetría no existe, lo que si se podría demostrar es que existe la supersimetría porque puede ser que se encuentre una partícula supersimétrica. Si se demuestra que existe una partícula supersimétrica, no quiere decir que la teoría de cuerdas sea verdadera, simplemente dice que vos podes formular, en forma matemáticamente consistente , una teoría de cuerdas que todavía sigue sin predecir nada. No es que la teoría de cuerdas predice la supersimetría. Ahí hay un juego de palabras de Witten que no es fiel a la realidad. Los cuerdistas siempre tratan de vender lo mejor posible lo que están haciendo.

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Para G. Romero, hay razones para pensar que la gravedad debe comportarse en forma cuántica, por lo menos, en ciertas circunstancias; hay diversas formas de afrontar el asunto: una es a través de una teoría llamada «Quantum Loop Gravity», de Rovelli, que trata de cuantificar los volúmenes de espacio; otra es una teoría llamada «Causal Set theory», su principal impulsor es Rafael Sorkin, y es una postulación ontológica, no de cosas que tienen propiedades que cambian, sino de eventos básicos que después se pueden asociar para formar lo que nosotros, a gran escala, percibimos como cosas; otra es una aproximación llamada «Canonical Quantum Gravity», de Ashtekar, que es la forma más tradicional de atacar el problema

Lee Smolin habla de alternativas a la teoría de cuerdas que no logran prevalecer por esas causas sociológicas que vos describías anteriormente, ¿qué opinás?

Smolin hace un análisis muy sobrio de todo este problema en su libro “The Trouble with Physics”. Un muy buen libro que apareció en el año 2006. Él discute un poco la sociología que hay detrás de todo esto y enfatiza que no se debe confundir las aspiraciones de la teoría de cuerdas. La teoría de cuerdas no aspira a ser una teoría cuántica de la gravedad sino una teoría del todo. El problema fundamental de la física actual no es tener una teoría de todo a «priori», ni siquiera es necesario que exista una teoría del todo. Podría ser formulable o no, no lo sabemos.  Pero hay problemas concretos que sí deben ser atendidos y uno de ellos es que tenemos una teoría de campo clásica para describir la gravedad y descripciones cuánticas para el resto de los campos de la naturaleza. Sin embargo hay razones para pensar que la gravedad también debe comportarse en forma cuántica, por lo menos en ciertas circunstancias. Pero no sabemos como cuantificar la gravedad. Ahora, hay diversas formas de encarar ese problema, una es como lo hace Rovelli, a través de una teoría que se llama Quantum Loop Gravity que trata de cuantificar los volúmenes de espacio. Otras aproximaciones tienen que ver con la postulación de una ontología no ya de cosas que tienen propiedades que cambian sino de eventos básicos que después se pueden asociar para formar lo que nosotros, a gran escala, percibimos como cosas. Eso es lo que se llama Causal Set theory y su principal impulsor es Rafael Sorkin. Después está la aproximación de Ashtekar que es lo que se llama Canonical Quantum Gravity, que es la forma más tradicional de atacar el problema. Hay muchas formas de atacar el problema de la gravedad cuántica, yo creo que a la larga se va a terminar resolviendo. Es un problema muy difícil porque hay una diferencia fundamental entre la gravedad y las otras fuerzas, entre la teoría de la gravitación y las teorías de las otras fuerzas: para todas las otras fuerzas los campos que describen las interacciones existen en un espaciotiempo que está dado o impuesto desde afuera.  Mientras que en la teoría general de la relatividad el campo está identificado con la métrica del espaciotiempo. En la teoría de la relatividad el espaciotiempo es parte de la propia teoría mientras que en las otras teorías el espaciotiempo es como un escenario inerte y la cuantificación del campo es sobre ese espaciotiempo. En relatividad general el espaciotiempo está representado en forma continua; la variedad que representa el espaciotiempo es una variedad continua, o sea, son números reales y los números reales son densos: siempre hay infinitos números reales  pero si el espaciotiempo debe ser discreto ¿en qué momento eso deja de valer?. La llamada hipótesis del continuo, que introdujo Cantor en el siglo XIX, se tendría que quebrar: cómo, cuándo, no lo sabemos pero, digamos, hay idea de como atacar el problema. Ahora, en la medida que el grueso de los recursos se dediquen a no a resolver este problema real y concreto que lo podemos formular claramente y se dediquen a hacer una teoría del todo, no se está tratando de responder ninguna pregunta concreta, sino simplemente que está tratando de proponer una imagen del universo que no es cerrada porque ni siquiera puede llegar a dar los valores de los parámetros libres del modelo estándar de las partículas elementales. Así no iremos a ningún lado. El modelo estándar es un modelo que tiene una fuerte componente fenomenológica: hay un montón de constantes que aparecen en ese modelo que se determinan por el experimento. No salen de la teoría. Lo idóneo en una teoría es que pueda fijar el valor de esos parámetros libres desde su interior. La teoría unificada, esta que propone ser la de cuerdas, no permite fijar ninguno de esos valores.

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Para G. Romero, la teoría de cuerdas aspira a ser una teoría del todo: con esto, la física actual pierde el foco de los problemas concretos que deben ser atendidos, y uno de ellos es una descripción cuántica de la gravedad

Lee Smolin habla de alternativas a la teoría de cuerdas que no logran prevalecer por esas causas sociológicas que vos describías anteriormente, ¿qué opinás?

Smolin hace un análisis muy sobrio de todo este problema en su libro “The Trouble with Physics”. Un muy buen libro que apareció en el año 2006. Él discute un poco la sociología que hay detrás de todo esto y enfatiza que no se debe confundir las aspiraciones de la teoría de cuerdas. La teoría de cuerdas no aspira a ser una teoría cuántica de la gravedad sino una teoría del todo. El problema fundamental de la física actual no es tener una teoría de todo a «priori», ni siquiera es necesario que exista una teoría del todo. Podría ser formulable o no, no lo sabemos.  Pero hay problemas concretos que sí deben ser atendidos y uno de ellos es que tenemos una teoría de campo clásica para describir la gravedad y descripciones cuánticas para el resto de los campos de la naturaleza. Sin embargo hay razones para pensar que la gravedad también debe comportarse en forma cuántica, por lo menos en ciertas circunstancias. Pero no sabemos como cuantificar la gravedad. Ahora, hay diversas formas de encarar ese problema, una es como lo hace Rovelli, a través de una teoría que se llama Quantum Loop Gravity que trata de cuantificar los volúmenes de espacio. Otras aproximaciones tienen que ver con la postulación de una ontología no ya de cosas que tienen propiedades que cambian sino de eventos básicos que después se pueden asociar para formar lo que nosotros, a gran escala, percibimos como cosas. Eso es lo que se llama Causal Set theory y su principal impulsor es Rafael Sorkin. Después está la aproximación de Ashtekar que es lo que se llama Canonical Quantum Gravity, que es la forma más tradicional de atacar el problema. Hay muchas formas de atacar el problema de la gravedad cuántica, yo creo que a la larga se va a terminar resolviendo. Es un problema muy difícil porque hay una diferencia fundamental entre la gravedad y las otras fuerzas, entre la teoría de la gravitación y las teorías de las otras fuerzas: para todas las otras fuerzas los campos que describen las interacciones existen en un espaciotiempo que está dado o impuesto desde afuera.  Mientras que en la teoría general de la relatividad el campo está identificado con la métrica del espaciotiempo. En la teoría de la relatividad el espaciotiempo es parte de la propia teoría mientras que en las otras teorías el espaciotiempo es como un escenario inerte y la cuantificación del campo es sobre ese espaciotiempo. En relatividad general el espaciotiempo está representado en forma continua; la variedad que representa el espaciotiempo es una variedad continua, o sea, son números reales y los números reales son densos: siempre hay infinitos números reales  pero si el espaciotiempo debe ser discreto ¿en qué momento eso deja de valer?. La llamada hipótesis del continuo, que introdujo Cantor en el siglo XIX, se tendría que quebrar: cómo, cuándo, no lo sabemos pero, digamos, hay idea de como atacar el problema. Ahora, en la medida que el grueso de los recursos se dediquen a no a resolver este problema real y concreto que lo podemos formular claramente y se dediquen a hacer una teoría del todo, no se está tratando de responder ninguna pregunta concreta, sino simplemente que está tratando de proponer una imagen del universo que no es cerrada porque ni siquiera puede llegar a dar los valores de los parámetros libres del modelo estándar de las partículas elementales. Así no iremos a ningún lado. El modelo estándar es un modelo que tiene una fuerte componente fenomenológica: hay un montón de constantes que aparecen en ese modelo que se determinan por el experimento. No salen de la teoría. Lo idóneo en una teoría es que pueda fijar el valor de esos parámetros libres desde su interior. La teoría unificada, esta que propone ser la de cuerdas, no permite fijar ninguno de esos valores.

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Para G. Romero, muchos científicos que llegan a ser divulgadores, con el tiempo, comienzan a hacer afirmaciones «rimbombantes» sin suficiente evidencia científica para hacerse conocidos y vender más: para él no es solo un problema de la ciencia, sino que también de la cultura occidental.

Max Tegmark, un cosmólogo joven de trascendencia considerable, fue un férreo opositor a la propuesta de Penrose sobre la conciencia pero, en la actualidad, aparecen algunas noticias sobre trabajos suyos que la avalarían.

Tegmark es un tipo de mi edad y yo publicaba el mismo tipo de cosas en la misma época. Lo conozco de la época en que él hacía ciencia solamente; ahora además, se hizo una figura mediática. Empezó haciendo trabajos muy buenos sobre radiación de fondo cósmico, algunas cuestiones de astrofísica, de cosmología y otras. Si, cuando estaba en esa etapa puramente académica era muy crítico de estas ideas de Penrose. Y también era crítico de otra idea de Penrose que es que el campo gravitacional puede hacer colapsar la función de onda. Pero después empezó a escribir libros de divulgación, empezó a ser consultor de distintos programas, empezó a tener también un auge de popularidad y yo veo que, muchas veces, a muchos autores que llegan a ese estado de científico-divulgador, sufren un cambio de fase y, lo que antes les resultaba inhibitorio —hacer anuncios o hacer afirmaciones sin evidencia suficiente—, la pierden y lo pasan a hacer con facilidad. Es un tema de realimentación positiva porque cuanto más exagerada sea la afirmación arriesgada, más repercusión mediática tiene y, por lo tanto, más libros venden, más son las invitaciones a dar conferencias, más entrevistas en los medios. Hay mucha gente que entra en ese circuito. Yo no conozco exactamente lo que ahora le ha pasado a Tegmark, pero es un tipo que ha trabajado muy seriamente y de repente está haciendo un montón de declaraciones que sorprenden por su liviandad, ¿no?  Quizás sea una manifestación más de ese fenómeno cultural de crisis que hablábamos al principio. Yo ya diría que no es una crisis solamente de la física teórica, es una crisis un poco de la cultura occidental. De los valores de la cultura occidental, de que es lo que consideramos valioso. Evidentemente ya no es importante para nosotros la verdad o el conocimiento, parecería que la fama, la idea que los otros tienen de nosotros mismos, el dinero y el estatus ocupan un lugar importante ya no solo en la vida cotidiana sino, también, dentro de las actividades culturales. Lo cual es muy triste. Ese tipo de sistema, por ejemplo, ha destruido en buena medida el cine, hoy por hoy vos vas al cine y ya sabes cual es el final de la película. Hay todo un recetario que es el que está probado, que es el que mas vende y te tenés que ajustar a eso, entonces todo lo que tiende a ser masivo tiende a tener ese patrón. Si querés ver una película original vas a tener que ir a ver una película que se tuvo que hacer con doscientos mil dólares, no con cien millones. Eso es un grave problema, un grave problema cultural.

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Para G. Romero, la mecánica cuántica no juega ningún rol en la actividad cerebral

La presunta naturaleza de la conciencia como manifestación macroscópica de procesos cuánticos en la química del cerebro, propuesta por Roger Penrose, a priori  tiene cierto atractivo estético pero ¿qué hay de la fundamentación científica?

El problema es el siguiente, las neurociencias han progresado muchísimo. Sabemos muchísimo ahora del cerebro, mucho más que hace veinte años. Hay una enorme cantidad de experimentos que combinan técnicas de mapeo de cerebro vivo con experimentos psicológicos diseñados con mucho cuidado, con análisis del contenido de los neurotransmisores en cerebro vivo. Existe toda una batería de experimentos que nos han mostrado un montón de cosas acerca del cerebro, de cómo funciona, de cómo se producen los pensamientos, de cómo se produce la conciencia y demás. Todos los fenómenos que ocurren en el cerebro son fenómenos clásicos, no hay fenómenos cuánticos. Eso no quiere decir que no haya fenómenos cuánticos a escala macroscópica. Por ejemplo, un superconductor es un sistema cuántico macroscópico al igual que una estrella de neutrones que tiene la densidad de un núcleo atómico y es un sistema cuántico. No es el caso del cerebro, que es un sistema biológico y los procesos que ocurren en el cerebro son todos procesos bioquímicos. No hay procesos cuánticos que tengan incidencia en el funcionamiento del cerebro. Todas la peculiaridades de la física cuántica son borradas en el caso del cerebro que funciona, básicamente a través de impulsos eléctricos o cambios de  diferencia de potencial que producen liberación de un montón de partículas, los neurotransmisores, que activan o inhiben las neuronas. Entonces, eso no tiene nada que ver con lo cuántico. De hecho, estaba la idea vieja de que el cerebro es como un sistema donde hay cables que transmiten corriente eléctrica, y eso también es falso. Básicamente, los portadores de actividad en el cerebro son los neurotransmisores, que son pequeñas partículas, moléculas, que entran en la sinapsis modificando su conductivad; es decir, aceleran o desaceleran el ritmo de disparo de las sinapsis y, por lo tanto, de la neurona. Cumplen funciones de inhibición o de excitación de acuerdo al neurotransmisor de que se trate o al estímulo externo. Pero la mecánica cuántica no juega ningún rol en eso.

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Para G. Romero, la religión, en este momento, pone a dios en el «big bang» porque no se entiende bien, todavía, que pasó en tal suceso, sin embargo: la mera idea de dios es contradictoria, al menos, como la formulan teólogos y religiosos en general, y no es necesario, ni siquiera, preocuparse por el «big bang» para descartarla

Del lado religioso, ¿cuál es la real postura? Antes del Big Bang, ¿la religión? y después del Big Bang, ¿la ciencia?

Bueno, yo creo que muchos religiosos siguen aferrados a la idea de que el universo fue creado en la región que la teoría de la relatividad no explica, esa región de incompletitud. Pero no hay ningún argumento para pensar que eso sea así, y menos en ausencia de una teoría que, de momento, nos diga cómo se comporta la física en ese nivel de energía. Mi opinión personal es que hay muchas razones para pensar que a ese nivel la gravitación es la fuerza dominante. No solo eso, sino que debió ser repulsiva. Lo mismo pasa en el interior de los agujeros negros. El agujero negro es el resultado del colapso de una estrella entonces, una vez que se forma el horizonte de eventos —que no es una puerta a otro universo— la materia que colapsó sigue estando ahí adentro, si no desde afuera no se percibiría la atracción gravitacional, pero ¿dónde está? Está concentrada en una región muy pequeña en el centro del sistema. O sea hay alguna fuerza que la está aguantando. Yo lo que pienso es que la fuerza que la está aguantando es una densidad de energía negativa que genera el campo gravitacional cuando está en régimen cuántico. Son los únicos objetos que pueden existir en forma estable con la gravedad manifestándose cuánticamente. El problema es que cómo estudiarlo en forma directa considerando que está del otro lado del horizonte de eventos. Hay que buscar formas indirectas de tratar de llegar ahí.

En general, en el ámbito religioso se trata de seguir tratando de invocar a la ciencia para apoyar ideas creacionistas, en mi opinión, sin demasiado éxito. Ahora, hay muchos científicos que también se prestan a eso como para quedarse con la conciencia tranquila. Hay mucha gente que era religiosa antes de ponerse a estudiar física o ciencia y que mantuvo su religión, por una cuestión de costumbre, pero inevitablemente se le genera cierta tensión entre su profesión diaria, los estándares de rigurosidad, de racionalidad, de las evidencias que exige a la hora de tratar un tema científico y lo que hace en su vida privada. Entonces, esa gente se consuela, como vos dijiste, diciendo que puede mandar a Dios al Big Bang, dado que ahí no se entiende bien qué pasa y “bueno, pongámoslo en ese lugar”. Yo creo que eso es una actitud intelectualmente deshonesta y que hay muchas razones para pensar que la mera idea de Dios es contradictoria, por lo menos en cómo la formulan los teólogos y cómo la formulan los filósofos de la religión en general, y no hace falta ni siquiera preocuparse por el Big Bang para descartarlo.

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