Pero indudablemente el mayor progreso en el desarrollo de la monogamia se realizó con la entrada de los germanos en la historia, y fue así porque, dada su pobreza, parece que por aquel entonces la monogamia aún no se había desarrollado plenamente entre ellos a partir del matrimonio sindiásmico. Sacamos esta conclusión basándonos en […] circunstancias mencionadas por Tácito: […] entre los germanos las mujeres gozaban de suma consideración y ejercían una gran influencia hasta en los asuntos públicos, lo cual es diametralmente opuesto a la supremacía masculina de la monogamia. […] La nueva monogamia que, entre las ruinas del mundo romano, salió de la mezcla de los pueblos revistió la supremacía masculina de formas más suaves y dio a las mujeres una posición mucho más considerada y más libre, por lo menos aparentemente, de lo que nunca había conocido la edad clásica. Gracias a ello fue posible, partiendo de la monogamia —en su seno, junto a ella o contra ella, según las circunstancias—, el progreso moral más grande que le debemos: el amor sexual individual moderno, desconocido anteriormente en el mundo.
Pues bien, este progreso se debió con toda seguridad a que los germanos aún vivían bajo el régimen de la familia sindiásmica y a que, en cuanto les fue posible, trasladaron a la monogamia la posición de la mujer correspondiente a dicha forma de familia. De ningún modo se debió a la legendaria y maravillosa pureza de costumbres congénita en los germanos […].
Pero si la monogamia fue, de todas las formas de familia conocidas, la única en que pudo desarrollarse el amor sexual moderno, eso no quiere decir de ningún modo que se desarrollase exclusivamente, y ni siquiera de una manera preponderante, como amor mutuo entre los cónyuges. Lo excluye la propia naturaleza de la monogamia duradera, basada en la supremacía del hombre. En todas las clases históricas activas, es decir, en todas las clases dominantes, el matrimonio siguió siendo lo que había sido desde el matrimonio sindiásmico: un trato cerrado por los padres. La primera forma aparecida en la historia del amor sexual como pasión […],esa primera forma, el amor caballeresco de la Edad Media, no fue en absoluto amor conyugal; muy al contrario, en su forma clásica, entre los provenzales, marcha a toda vela hacia el adulterio.
Federico Engels, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, Fundación Federico Engels, 2006, páginas 75, 76 y 77.
La principal conclusión que puedo sacar de esto, es que en la monogamia, el amor sexual individual, se da, principalmente, o se logra, en la pobreza, ya que, en esta situación, la mujer es mucho más considerada que, por ejemplo, en la riqueza.