Para G. Romero, muchos científicos que llegan a ser divulgadores, con el tiempo, comienzan a hacer afirmaciones «rimbombantes» sin suficiente evidencia científica para hacerse conocidos y vender más: para él no es solo un problema de la ciencia, sino que también de la cultura occidental.

Max Tegmark, un cosmólogo joven de trascendencia considerable, fue un férreo opositor a la propuesta de Penrose sobre la conciencia pero, en la actualidad, aparecen algunas noticias sobre trabajos suyos que la avalarían.

Tegmark es un tipo de mi edad y yo publicaba el mismo tipo de cosas en la misma época. Lo conozco de la época en que él hacía ciencia solamente; ahora además, se hizo una figura mediática. Empezó haciendo trabajos muy buenos sobre radiación de fondo cósmico, algunas cuestiones de astrofísica, de cosmología y otras. Si, cuando estaba en esa etapa puramente académica era muy crítico de estas ideas de Penrose. Y también era crítico de otra idea de Penrose que es que el campo gravitacional puede hacer colapsar la función de onda. Pero después empezó a escribir libros de divulgación, empezó a ser consultor de distintos programas, empezó a tener también un auge de popularidad y yo veo que, muchas veces, a muchos autores que llegan a ese estado de científico-divulgador, sufren un cambio de fase y, lo que antes les resultaba inhibitorio —hacer anuncios o hacer afirmaciones sin evidencia suficiente—, la pierden y lo pasan a hacer con facilidad. Es un tema de realimentación positiva porque cuanto más exagerada sea la afirmación arriesgada, más repercusión mediática tiene y, por lo tanto, más libros venden, más son las invitaciones a dar conferencias, más entrevistas en los medios. Hay mucha gente que entra en ese circuito. Yo no conozco exactamente lo que ahora le ha pasado a Tegmark, pero es un tipo que ha trabajado muy seriamente y de repente está haciendo un montón de declaraciones que sorprenden por su liviandad, ¿no?  Quizás sea una manifestación más de ese fenómeno cultural de crisis que hablábamos al principio. Yo ya diría que no es una crisis solamente de la física teórica, es una crisis un poco de la cultura occidental. De los valores de la cultura occidental, de que es lo que consideramos valioso. Evidentemente ya no es importante para nosotros la verdad o el conocimiento, parecería que la fama, la idea que los otros tienen de nosotros mismos, el dinero y el estatus ocupan un lugar importante ya no solo en la vida cotidiana sino, también, dentro de las actividades culturales. Lo cual es muy triste. Ese tipo de sistema, por ejemplo, ha destruido en buena medida el cine, hoy por hoy vos vas al cine y ya sabes cual es el final de la película. Hay todo un recetario que es el que está probado, que es el que mas vende y te tenés que ajustar a eso, entonces todo lo que tiende a ser masivo tiende a tener ese patrón. Si querés ver una película original vas a tener que ir a ver una película que se tuvo que hacer con doscientos mil dólares, no con cien millones. Eso es un grave problema, un grave problema cultural.

Un Anaximandro del siglo XXI